Tiene gracia que todavía a estas alturas del siglo XXI y con la que está cayendo, todavía se oiga decir a algún intelectual de tres al cuarto que los políticos están mal pagados.
Veamos lo fácil que resulta desmontar esta auténtica majadería sin entrar siquiera en la cuestión de fondo del asunto: Los sueldos de alcaldes, concejales, diputados, senadores y todos aquellos que, como no valen para otra cosa y nada se les exige, se dedican a la política.
Por supuesto que cuando se generaliza se está cometiendo alguna que otra injusticia porque en todos los gremios hay, lógicamente, gente sacrificada, con valía y talento que incluso cobran unos sueldos exiguos que no están a la altura de sus merecimientos. Pero esto, en política, es menos que la excepción.
Estos días se planteó en el Parlamento europeo el tema de los viajes de los diputados desde sus respectivos países a Bruselas. Y, claro está, salvo excepciones contadas, la inmensa mayoría de esos trincadores de lo ajeno, lo que quieren es viajar en primera clase (business class), faltaría más. ¿Y si tuviesen que pagarse el billete de sus bolsillos, cuántos lo harían?
Un ejemplo: Uno también trabaja fuera de su residencia habitual y mi empresa no me paga los desplazamientos (ida y vuelta) a mi puesto de trabajo. ME LOS PAGO YO. Y si mi empresa decide que mi puesto de trabajo, mañana o pasado, tiene que estar a 500 , 1000 Km. del lugar donde vivo, pues no tengo más remedio que irme a vivir allí dónde se me indique, cambiar mi residencia y pagármela de mi bolsillo. Y si quiero lo tomo y si no quiero me busco otro trabajo. Así de sencillo.
Esto es lo que sucede en el “mundo real”.
Pero claro, “existen otros mundos, pero en este”. Uno de ellos es el mundo o chollo político.
Estos vividores, sean diputados, senadores o inventores de la cuadratura del círculo, si quieren trabajar (porque nadie les obliga) fuera de sus lugares de origen, en Madrid, Bruselas, Estrasburgo o en la isla del fin del mundo, QUE SE PAGUEN LOS GASTOS QUE ELLO CONLLEVA: estancia, manutención, viajes de ida y vuelta, etc. COMO CUALQUIER HIJO DE VECINO. Pero NO, además de sueldos astronómicos, dietas, tarjetas de crédito oficiales y horarios a discreción, quieren TODOS los privilegios.
¿Por qué un diputado español con siete años de servicio ya opta a la jubilación con todos sus derechos mientras que cualquier otro ciudadano necesita más de 35 años, según el caso?
¿Por qué la pensión máxima de un españolito (con o sin título alguno) ronda los 32.000 € mientras cualquier analfabeto político puede alcanzar los 75.000 € anuales de forma vitalicia y sin ninguna incompatibilidad con otros sueldos de la propia administración o de empresas ajenas a ella? (Preguntar, por ejemplo, a un tal Felipe González o José Mª Aznar).
¿Por qué razón a este menda se le aplica una retención mensual en su nómina del 21% mientras los diputados no llegan ni al 5%?
Ya lo dijo Albert Einstein: “la política es para el momento…” Y el momento hay que aprovecharlo para forrarse como sea y cuanto antes. ¿Non si?
Por si todo esto no fuese suficientemente sonrojante, delirante, insultante, sangrante, vergonzante… ahí va un chiste.
¿Quién es el único presidente de la UE al que TODOS sus compatriotas están obligados a pagarle religiosamente TRES semanas de vacaciones donde a él y a un centenar de gorilas que lo acompañan se le antoje?
Una pista será suficiente para descubrir a este ejemplo de caradura, vago, inútil, necio, zote, incompetente,… Es el campeón europeo del paro, del sectarismo, de la permisividad/trinques económicos, del clientelismo político y de los escándalos sociales y jurídicos. Y para más inri a este botarate, que no trabajó en su vida, no le sirve la business class, prefiere el helicóptero o los reactores supersónicos para viajar.
Patatero, coge la maleta, súbete a la avioneta y lárgate con ETA.
Decía Pío Baroja que hay siete clases de españoles: los que no saben, los que no quieren saber, los que odian el saber, los que sufren por no saber, los que triunfan sin saber, los que aparentan que saben y los que viven de lo que no saben los demás.
¡Qué se enteren los políticos! Los españoles sabemos ya más de lo suficiente como para que una plaga de trincadores se entere de que ya no pueden vivir de lo que los demás no saben.
Vigo, 9 de Abril de 2011 José Miguel Pérez Seijo
lunes, 11 de abril de 2011
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