martes, 3 de enero de 2012

GRACIAS, Dr. HERNÁNDEZ

Por estas fechas hace justamente un año que el Dr. Moisés Hernández Blanco decide intervenir quirúrgicamente a mi madrina, la señora Silveria Iglesias, para salvarla de la invalidez absoluta al que unos cuantos colegas incompetentes querían condenarla de por vida.
Silveria, de 86 años, había sido víctima de la aprendiz que le toca en desgracia en su CAP la cual juega a traumatóloga (sin serlo) y en lugar de enviarla directamente al especialista para que éste valorase el estado de sus rodillas entra, negligentemente, en un terreno que desconoce cometiendo error tras error y culminando su incompetencia con un tratamiento totalmente improcedente para tratar una gonartrósis que, lejos de atenuarla la agrava hasta el punto de provocarle, por resecación ósea, la rigidez total en ambas extremidades, convirtiéndola de la noche a la mañana, en una inválida.
Pero no acabaron ahí las desgracias de Silveria. Su mala suerte vuelve a repetirse cuando otro incapaz se cruza, de nuevo, en su camino. Esta vez sí es un traumatólogo pero aficionado. Se trata de un tal Eduardo Brunet que “ejerce” sus miserias facultativas en el Hospital do Meixoeiro de Vigo. Este tipo, inepto, testarudo y recalcitrante hasta decir basta estuvo mareando, engañando y retrasando (por capricho) una operación más que evidente durante más de dos años, ignorando informes de colegas más experimentados que aconsejaban la operación inmediata de ambas rodillas so pena de aumentar el sufrimiento y poner en peligro su recuperación. A pesar de ello se niega a operarla con la excusa de que el problema de Silveria no tenía solución y que la operación “era totalmente desaconsejable”. Pero, ¿dónde habrá “aprendido” la especialidad ese matasanos?
Ante esta injustificable decisión y en aras de hacer entrar en razón al impresentable Brunet se le sugiere la posibilidad de contrastar su (equivocada) opinión con la de otros colegas del servicio de traumatología.
Pues bien, SOLO el Dr. Hernández Blanco se muestra decidido y confiado para solucionar los problemas que otros inútiles le habían causado a mi madrina Silveria. Así que, contra viento y marea, es el ÚNICO FACULTATIVO DEL SERVICIO DE TRAUMATOLOGÍA DEL HOSPITAL DO MEIXOEIRO que decide asumir su responsabilidad para ayudarla antes que condenarla y en menos de un mes le opera ambas rodillas.
Esta decisión del Dr. Hernández tiene para nosotros un mérito extraordinario no sólo por lo que significa en cuanto a su actitud y disponibilidad para ayudar a quien lo necesita sino porque se produce en un entorno nada favorable dado el rechazo que suscitaba dicha intervención por parte de todo el servicio de traumatología del Meixoeiro.
Pero ni este último escollo puede amedrentar a un auténtico y brillante profesional de la medicina siempre dispuesto para afrontar retos imposibles para colegas mediocres, con mucha menos preparación, competencia, ganas, dedicación y deontología profesional.
Las dos operaciones realizadas por el Dr. MOISÉS HERNÁNDEZ BLANCO fueron un éxito TOTAL Y ABSOLUTO confirmando todas nuestras expectativas y dejando a cada cual en su sitio.
No hubo ni la más mínima complicación posterior y a las pocas semanas mi madrina empezó con la rehabilitación consiguiente, primero en el gimnasio del Hospital y posteriormente en su domicilio con el apoyo inicial de un fisioterapeuta privado y la ayuda familiar.
Durante más de 6 meses, TODOS los días (incluyendo sábados, domingos y festivos) Silveria trabajó lo indecible para conseguir el objetivo y darle la razón al Dr. Hernández. Y vaya si lo consiguió. El resultado de todo ese esfuerzo está a la vista. Mi madrina Silveria ya puede caminar sin ayuda.
NO SE TRATA DE UN MILAGRO. Es sólo la consecuencia lógica del EXCELENTE TRABAJO REALIZADO POR UN PROFESIONAL SOBRESALIENTE, HONESTO, VALIENTE Y SUPER COMPETENTE. ¡GENIAL, Dr. HERNÁNDEZ! (Y QUE APRENDAN TODOS SUS COLEGAS DEL HOSPITAL do MEIXOEIRO).
Por lo tanto, que quede, pues, constancia del infinito agradecimiento hacia este fenomenal traumatólogo. El Dr. Hernández se merece también el máximo reconocimiento por su extraordinaria valía y su admirable positivismo. No sólo por parte de sus afortunados pacientes y sus familias sino por todos los que pueden y deben recompensar su exclusiva dedicación a la sanidad pública y su ejemplar comportamiento dentro y fuera de los quirófanos.
GRACIAS, Dr. HERNÁNDEZ.
Vigo, 23 de Diciembre de 2011 José Miguel Pérez Seijo

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