lunes, 28 de enero de 2013

EL AMIGUISMO DE CÉSAR ALIERTA


 


Como trabajador y accionista de Telefónica de España  desde hace un buen número de años;  muchos más, desde luego, que los que  lleva al frente de  esta compañía el espabilado César Alierta, me siento en la obligación de  hacer una serie de reflexiones acerca de las últimas,   polémicas y, a mi juicio, desacertadas  decisiones empresariales de este ínclito personaje.

 Si la memoria no me falla  a mediados de 1996   fue el  propio  Rodrigo Rato, cuando era ministro de Hacienda del gobierno del PP, quien  lo pone al frente   de  una de las empresas más importantes del país, Tabacalera, que por aquel entonces era todavía una empresa parcialmente pública.  Poco tiempo después este tipo la privatiza  fusionándola con una empresa francesa, competidora directa de Tabacalera para crear la actual Altadis.

En 1997 surge el llamado caso Tabacalera cuando el Sr. Alierta, su esposa y un sobrino de ésta  ganan una millonada en bolsa aprovechándose de la información privilegiada  que manejaban. Alierta fue juzgado por la Audiencia Provincial de Madrid que consideró probado el DELITO de uso de información privilegiada  para obtener un provecho económico mediante el acopio de acciones de la compañía justo antes de que Tabacalera comprase una compañía de tabacos norteamericana, lo que disparó (como un cohete) el valor de sus acciones.

Pero como la justicia española siempre protege a este tipo de listillos (y siempre con la misma táctica: dilatar y  suspender en el tiempo los procedimientos para que aquel  juegue a favor de los delincuentes con corbata de seda)   pues  Alierta  sale vivo del envite porque  el juicio se celebra  justo cuando ya habían prescrito los delitos (probados). Qué raro, ¿no?;  que esto siempre les pase a los mismos pero NUNCA a los que tienen que robar para comer.

Para “premiar” al delincuente  es de nuevo Rodrigo Rato durante el  gobierno  de José María Aznar  el que eleva a Alierta en el año 2.000  a su  actual  cargo, como Presidente Ejecutivo  de  Telefónica de España, la tercera empresa de telecomunicaciones del mundo.

 Y es, a partir de este momento, cuando Telefónica, curiosamente, empieza a resentirse. Sobre todo en España. Se empieza a hablar de reducción de costes, para luchar contra la competencia, de cierre de oficinas de atención  al público, de despidos incentivados, se promocionan las empresas subcontratadas  en detrimento del personal propio de la empresa, su principal activo según la boquita pequeña  de Alierta (al estar mucho mejor formado y con muchísima  más experiencia). Pero todo resulta ser una táctica para ir reduciendo personal  con la excusa de incentivar al accionista  pero a costa de una paulatina e indudable pérdida de calidad de los  servicios prestados por la multinacional española.

 En paralelo con estas situaciones, en las altas esferas de la compañía se contratan plebeyos  pagados al precio del oro. Es el caso de un tal Urdangarín, “el conseguidor”  (un estafador profesional sin pajolera idea del negocio de las telecomunicaciones)  que es impuesto como enchufado por la Casa Real para alejarlo del mundanal ruido de sus malas artes empresariales. Alierta traga y lo nombra  delegado para EE.UU. de Telefónica de España. El  excelentísimo chusquero tenía en Telefónica un sueldo de 1,5 millones de euros anuales, más 1,2 millones en “especias” como el alquiler de su vivienda en Washington, el parque móvil, la escolta o el pago de los billetes de avión a España. Y por si esto fuese poco “el duque” también solicitó un asesor de imagen personal que le fue denegado a raíz  de su imputación en el famoso caso Nóos en el que está acusado de prevaricación, falsedad documental, blanqueo de capitales, fraude, malversación de fondos,… Para colmo si “el conseguidor” es condenado en sentencia firme, la compañía de Alierta   podrá rescindir su contrato pero a cambio de una indemnización de 4,5 millones de euros, el equivalente a 3 años de contrato. ¡Vaya paquete!

Otro enchufado por las altas esferas del poder es un tal Iván de la Rosa que seguramente hasta hace un año estaba en paro vegetativo. Pero, Oh milagro la vice Sorayita ya ha resuelto el problema. "César si quieres seguir en el cargo dále un puesto a mi amorcito". Dicho y hecho; responsable de asuntos jurídicos de Telefónica. Y César vuelve a tragar. VERGONZOSO.

 Y para rizar el rizo, pues a  César Alierta no se le ocurre nada mejor que fichar  a  un tal Rodrigo Rato, otro presunto delincuente   en sus horas más bajas  imputado en el proceso judicial por la privatización de Bankia (recuérdese  también su nefasta gestión al frente de segunda Caja del país culminada con la  fraudulenta salida a bolsa de la entidad).

¿Es esta la estrategia adecuada para que las “matildes” salgan de la  mediocridad actual? ¿Así se satisfacen las expectativas de los accionistas de la compañía? ¿Quién será el próximo enchufado?

 El que fuera el faro económico de los gobiernos de Aznar transitaba últimamente por un túnel, en la más absoluta oscuridad pero ha encontrado una luz amiga para guiarle hacia la salida. César Alierta le ha rescatado en un gesto que se ha interpretado en los círculos financieros como un favor devuelto en la cúpula de una compañía que pierde prestigio con una pareja de  malandros  infiltrados  para cumplir órdenes de la Jefatura del Estado y para pagar favores del pasado.

Aunque Rato no tenga, de momento, un cargo ejecutivo y solo cobrará dietas por las reuniones  del consejo asesor a las que asista  no ha pasado desapercibido que Telefónica está a punto de crear una filial en Latinoamérica  para, posteriormente, lanzarla a bolsa.

Se infiere que el órgano consultivo del que formará parte el ex presidente de Bankia puede convertirse en el futuro, en el consejo de administración de la filial y, en ese caso, Rato estaría en una posición de salida destacada para hacerse con algún cargo ejecutivo.  Es sólo una parte de las numerosas reflexiones generadas por su fichaje alimentadas a su vez por la facilidad con la que los ex políticos transitan desde el escaño a los centros de decisión de las grandes empresas españolas.

Este camino lo han recorrido ya rostros muy conocidos como los ex presidentes González y Aznar (que solo por dicho estatus  reciben una asignación vitalicia de 82.000 € anuales). Son los primeros  de  una larga lista de la que forman parte inútiles como Elena Salgado o Eduardo Zaplana  entre los políticos con responsabilidades de  gobierno más recientes.

 Así, por ejemplo, Felipe González, es consejero de Gas Natural  por lo que se embolsa la friolera de 127.000 € anuales además de trincar de conferencias  y asesorías diversas como la de su amigo Carlos Slim, el hombre más rico del mundo.

Por su parte J. Mª Aznar es consejero de Endesa, una de las joyas del Estado que privatizó durante su mandato, a razón de 200.000 € anuales. Además está en la nómina de asesores de Rupert Murdoch.

En fín, uno no comprende, en absoluto, todas estas  absurdas decisiones que bien merecerían una censura  contundente por parte de los accionistas de la compañía que no invierten sus capitales  ni para dar cobijo a quienes carecen de la más elemental de las vergüenzas  ni para pagar cuantiosas  multas  por gestiones  fraudulentas con la competencia para unificar precios con el agravante de ofrecer los servicios de internet más caros de Europa y de peor calidad. 

Por todas estas razones, entre otras,   Telefónica está perdiendo clientes en todos los sectores de su negocio en España dónde de hecho está muy cerca de las pérdidas. Y si no hubiese sido por algunas excelentes decisiones tomadas en el pasado (sobre todo la internacionalización de la empresa en Hispanoamérica) la compañía española estaría ahora desaparecida o engullida por otra multinacional del sector de las telecomunicaciones.

¿Es esto lo que quiere el presidente, César Alierta? Pues si no lo quiere… lo parece.

 

Vigo, 26 de enero de 2013                   José Miguel Pérez Seijo

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