Como trabajador y accionista de Telefónica de España desde hace un buen número de años; muchos más, desde luego, que los que lleva al frente de esta compañía el espabilado César Alierta, me
siento en la obligación de hacer una
serie de reflexiones acerca de las últimas,
polémicas y, a mi juicio, desacertadas
decisiones empresariales de este ínclito personaje.
Si la memoria no me falla a mediados de 1996 fue el propio
Rodrigo Rato, cuando era ministro de Hacienda del gobierno del PP,
quien lo pone al frente de una de las empresas más importantes del país, Tabacalera,
que por aquel entonces era todavía una empresa parcialmente pública. Poco tiempo después este tipo la privatiza fusionándola con una empresa francesa,
competidora directa de Tabacalera para crear la actual Altadis.
En 1997 surge el llamado caso
Tabacalera cuando el Sr. Alierta, su esposa y un sobrino de ésta ganan una millonada en bolsa aprovechándose
de la información privilegiada que
manejaban. Alierta fue juzgado por la Audiencia Provincial de Madrid que
consideró probado el DELITO de uso de información privilegiada para obtener un provecho económico mediante
el acopio de acciones de la compañía justo antes de que Tabacalera comprase una
compañía de tabacos norteamericana, lo que disparó (como un cohete) el valor de
sus acciones.
Pero como la justicia española
siempre protege a este tipo de listillos (y siempre con la misma táctica:
dilatar y suspender en el tiempo los
procedimientos para que aquel juegue a
favor de los delincuentes con corbata de seda) pues
Alierta sale vivo del envite
porque el juicio se celebra justo cuando ya habían prescrito los delitos
(probados). Qué raro, ¿no?; que esto
siempre les pase a los mismos pero NUNCA a los que tienen que robar para comer.
Para “premiar” al delincuente es de nuevo Rodrigo Rato durante el gobierno de José María Aznar el que eleva a Alierta en el año 2.000 a su actual
cargo, como Presidente Ejecutivo
de Telefónica de España, la
tercera empresa de telecomunicaciones del mundo.
Y es, a partir de este momento, cuando
Telefónica, curiosamente, empieza a resentirse. Sobre todo en España. Se
empieza a hablar de reducción de costes, para luchar contra la competencia, de
cierre de oficinas de atención al
público, de despidos incentivados, se promocionan las empresas
subcontratadas en detrimento del
personal propio de la empresa, su principal activo según la boquita
pequeña de Alierta (al estar mucho mejor
formado y con muchísima más
experiencia). Pero todo resulta ser una táctica para ir reduciendo personal con la excusa de incentivar al accionista pero a costa de una paulatina e indudable
pérdida de calidad de los servicios
prestados por la multinacional española.
En paralelo con
estas situaciones, en las altas esferas de la compañía se contratan
plebeyos pagados al precio del oro. Es
el caso de un tal Urdangarín, “el conseguidor”
(un estafador profesional sin pajolera idea del negocio de las
telecomunicaciones) que es impuesto como
enchufado por la Casa Real para alejarlo del mundanal ruido de sus malas artes
empresariales. Alierta traga y lo nombra
delegado para EE.UU. de Telefónica de España. El excelentísimo chusquero tenía en Telefónica
un sueldo de 1,5 millones de euros anuales, más 1,2 millones en “especias” como
el alquiler de su vivienda en Washington, el parque móvil, la escolta o el pago
de los billetes de avión a España. Y por si esto fuese poco “el duque” también
solicitó un asesor de imagen personal que le fue denegado a raíz de su imputación en el famoso caso Nóos en el
que está acusado de prevaricación, falsedad documental, blanqueo de capitales,
fraude, malversación de fondos,… Para colmo si “el conseguidor” es condenado en
sentencia firme, la compañía de Alierta
podrá rescindir su contrato pero a cambio de una indemnización de 4,5
millones de euros, el equivalente a 3 años de contrato. ¡Vaya paquete!
Otro enchufado por las altas esferas del poder es un tal Iván de la Rosa que seguramente hasta hace un año estaba en paro vegetativo. Pero, Oh milagro la vice Sorayita ya ha resuelto el problema. "César si quieres seguir en el cargo dále un puesto a mi amorcito". Dicho y hecho; responsable de asuntos jurídicos de Telefónica. Y César vuelve a tragar. VERGONZOSO.
Otro enchufado por las altas esferas del poder es un tal Iván de la Rosa que seguramente hasta hace un año estaba en paro vegetativo. Pero, Oh milagro la vice Sorayita ya ha resuelto el problema. "César si quieres seguir en el cargo dále un puesto a mi amorcito". Dicho y hecho; responsable de asuntos jurídicos de Telefónica. Y César vuelve a tragar. VERGONZOSO.
Y para rizar el rizo, pues a César Alierta no se le ocurre nada mejor que
fichar a
un tal Rodrigo Rato, otro presunto delincuente en sus horas más bajas imputado en el proceso judicial por la
privatización de Bankia (recuérdese
también su nefasta gestión al frente de segunda Caja del país culminada
con la fraudulenta salida a bolsa de la
entidad).
¿Es esta la estrategia adecuada para
que las “matildes” salgan de la
mediocridad actual? ¿Así se satisfacen las expectativas de los
accionistas de la compañía? ¿Quién será el próximo enchufado?
El que fuera el faro económico de los
gobiernos de Aznar transitaba últimamente por un túnel, en la más absoluta
oscuridad pero ha encontrado una luz amiga para guiarle hacia la salida. César
Alierta le ha rescatado en un gesto que se ha interpretado en los círculos
financieros como un favor devuelto en la cúpula de una compañía que pierde
prestigio con una pareja de malandros infiltrados
para cumplir órdenes de la Jefatura del Estado y para pagar favores del
pasado.
Aunque Rato no tenga, de momento, un
cargo ejecutivo y solo cobrará dietas por las reuniones del consejo asesor a las que asista no ha pasado desapercibido que Telefónica
está a punto de crear una filial en Latinoamérica para, posteriormente, lanzarla a bolsa.
Se infiere que el órgano consultivo del que formará parte el
ex presidente de Bankia puede convertirse en el futuro, en el consejo de
administración de la filial y, en ese caso, Rato estaría en una posición de
salida destacada para hacerse con algún cargo ejecutivo. Es sólo una parte de las numerosas
reflexiones generadas por su fichaje alimentadas a su vez por la facilidad con
la que los ex políticos transitan desde el escaño a los centros de decisión de
las grandes empresas españolas.
Este camino lo han recorrido ya rostros muy conocidos como
los ex presidentes González y Aznar (que solo por dicho estatus reciben una asignación vitalicia de 82.000 €
anuales). Son los primeros de una larga lista de la que forman parte
inútiles como Elena Salgado o Eduardo Zaplana entre los políticos con responsabilidades de gobierno más recientes.
Así, por ejemplo,
Felipe González, es consejero de Gas Natural por lo que se embolsa la friolera de 127.000 €
anuales además de trincar de conferencias y asesorías diversas como la de su amigo Carlos
Slim, el hombre más rico del mundo.
Por su parte J. Mª Aznar es consejero de Endesa, una de las
joyas del Estado que privatizó durante su mandato, a razón de 200.000 €
anuales. Además está en la nómina de asesores de Rupert Murdoch.
En fín, uno no comprende, en absoluto, todas estas absurdas decisiones que bien merecerían una
censura contundente por parte de los
accionistas de la compañía que no invierten sus capitales ni para dar cobijo a quienes carecen de la
más elemental de las vergüenzas ni para
pagar cuantiosas multas por gestiones
fraudulentas con la competencia para unificar precios con el agravante
de ofrecer los servicios de internet más caros de Europa y de peor
calidad.
Por todas estas razones, entre
otras, Telefónica está perdiendo clientes en todos
los sectores de su negocio en España dónde de hecho está muy cerca de las
pérdidas. Y si no hubiese sido por algunas excelentes decisiones tomadas en el
pasado (sobre todo la internacionalización de la empresa en Hispanoamérica) la
compañía española estaría ahora desaparecida o engullida por otra multinacional
del sector de las telecomunicaciones.
¿Es esto lo que quiere el presidente, César Alierta? Pues si
no lo quiere… lo parece.
Vigo, 26 de enero de 2013 José Miguel Pérez Seijo
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario