lunes, 1 de febrero de 2010

Los maltratadores de Povisa
Desde Marzo de 2007, mi señor padre, Paulino Pérez Barreiro, acude al Servicio de Hemodiálisis de POVISA, tres veces por semana en el turno de tarde.
Nunca he entendido, a pesar de mis intentos por aclararlo, como un paciente de 86 años ha llegado a permanecer fuera de casa por este motivo del orden de hasta ¡9 HORAS! para realizar un tratamiento de 3 horas. Lo curioso es que los días 24, 31 de Diciembre y 5 de Enero, siempre se repite la misma historia, sólo está fuera de casa unas 5 horas. Esto si es más lógico. Pero ¿por qué esos días sí y los demás días del año no? ¿Qué cachondeo es este, señores míos?
Tengo claro que, en este tema, no hay un único responsable. Para Povisa la culpa es siempre de Ambulancias del Atlántico y para estos el responsable es el Hospital.
Pero llueve sobre mojado. Desde hace meses noto un deterioro notable en los cuidados que los/las “profesionales” de dicho servicio le “dedican” a mi señor padre. No me estoy refiriendo a los facultativos, como el Dr. Vascónez, ejemplo de amabilidad y comprensión, sino al personal auxiliar, enfermeras y ayudantes.
Mi padre no recibe, ni mucho menos, el trato exigible, no ya como paciente sino como persona. Hay en ese servicio demasiada desidia pues parece molestar a más de uno/una vestir adecuadamente a un anciano casi invidente: camisa por fuera del pantalón, sin abrochar, abrigo total o parcialmente desabrochado, pantalones a medio poner, cinturón suelto, jersey del revés… Esto ya demuestra la catadura de alguno de esos pseudo profesionales que lo maltratan. Por supuesto que los habrá competentes pero parecen la excepción que confirma la regla.
La “enfermera” que lo atiende, una tal ANA, según la coordinadora del servicio, Pilar Ferreira, se permite “consejos” como “Paulino, viene demasiado abrigado”, “esta chaqueta pica”, “tiene que venir con camiseta de asas”( para su comodidad, claro) ¿Pero qué pasa? Está clarísimo: lo que importa, para esa IMPRESENTABLE, es realizar el trabajo malamente o simplemente no hacerlo a costa de la salud y el bienestar de mi padre. Y es que al mal trabajador todo el trabajo le incomoda. Pero las consecuencias las paga el paciente que llega a casa como si hubiese estado toda la tarde en un iglú. Y luego se acatarra, claro y se pasa semanas doblemente enfermo. Pero no pasa nada. ¡Esto se acabó!
Los termómetros llegan a casa, muchas veces, bajo el brazo del enfermo y, al no esperártelo, acaban rotos en el suelo de su habitación. No es la primera vez que me molesto en demostrar este hecho devolviendo los que caen sobre la cama, pero a nadie le salen los colores. Lo malo no es el despilfarro de termómetros que parece no importar a nadie. ¿No habrá gato (negocio) encerrado en esta práctica? Lo increíble es que esos olvidos, escaqueos,… demuestran mucho más: la desidia de los que cobran como profesionales para realizar, con el mínimo esfuerzo, su trabajo como aprendices. Evito los adjetivos porque en este país los ignorantes los confunden con los insultos.
Todo lo comentado es sólo un ejemplo de lo que ocurre en ese Servicio. Ya lo he denunciado en el propio Hospital pero conociendo a la responsable del mismo, una tal Sra. Pazos (que se hace llamar doctora, pero yo dudo incluso de que tenga el título de Licenciada en Medicina) no me extraña que las cosas vayan de mal en peor. Habrá mucho más, por supuesto, pero si esto se sigue repitiendo en el futuro no duden que más de uno de los responsables de Povisa y del Sergas, se enterarán de lo que soy capaz.


Vigo, 12 de Enero de 2010 Fdo.: José Miguel Pérez Seijo
(Hijo de Paulino)